sábado, 14 de janeiro de 2006

La poesía me da dosis extras de vida
Me acerca a lo más crudo y debil de la carne
Los sueños muertos y los por nacer se hacen carne en la soledad de la poesía.
Los siento a todos muy adentro, tan adentro que no los puedo ser
No puedo ser lo que quisiera, no soy lo que pensaba.
Soy solo lo que brota, lo que fluye por mis venas
Tan complejo y la vez tan evidente que me asusta de muerte
Entonces escribo, hiriéndome de muerte en un suicidio
Y revuelvo todo para fuera, la sangre para fuera, las lágrimas para fuera
Lo que brota y lo que fluye se me aparece y pierde el sentido y el misterio
Pierde la poesía, pierde la carne, pierde el movimiento.
Así me convenzo de mí
De mi carne, de mi naturaleza cruda, incógnita y debil
Necesito esa lucidez carnal, el instinto del auto-preservación
Pero más aún necesito el atentado poético de herirme y luego salvarme.